Crecer es un proceso complejo donde los niños deben adaptarse al mundo que les rodea aún y cuando en ocasiones haya aspectos que no comprendan.
Si bien existen retos que son esperables en el desarrollo infantil como vencer el temor a la obscuridad o separarse de la madre al ingresar a la escuela; en la vida de algunos niños pueden presentarse circunstancias inesperadas como la adquisición de una enfermedad crónica o discapacitante que les obligará a vivir y crecer de forma distinta a sus hermanos, compañeros de escuela y demás niños de su alrededor.
Cuando un pequeño que enfrenta una discapacidad no recibe el respaldo adecuado de sus padres o cuidadores, podría desarrollar algunos problemas de conducta o adaptación; e incluso un trastorno psíquico mayor.
Este artículo aborda algunas sugerencias para el acompañamiento emocional del niño con discapacidad enfatizando en la atención del menor que adquiere una baja visión en una etapa temprana de desarrollo.
Pensamiento infantil y discapacidad
Para hablar del desarrollo infantil hay que tomar en cuenta dos aspectos básicos: el biológico y el social. Entonces, la discapacidad habrá de abordarse desde la limitante físico-biológica, del niño, mientras que el resultado de ella en términos de adaptación y repercusiones psicológicas deberá analizarse desde el entorno social donde se encuentre.
El equipo multidisciplinario que atiende al menor con discapacidad habrá de valorarlo percibiéndolo como una unidad y deberá prestar mucha atención en su madurez cognitiva pues ésta influirá notablemente en cómo viva su limitante y como actúe frente a ella.
De este modo, se sugiere que padres y médicos tomen en cuenta las siguientes premisas de desarrollo cognitivo al estar con el niño y explicarle qué le sucede.
Por ejemplo: “Tú naciste con una enfermedad que se llama glaucoma…esa enfermedad hace que la presión de tus ojos se haga como un globo que se infla mucho. Tus ojos no se van a reventar como un globo pero poco a poco vas a ir dejando de ver. No sabemos cuándo va a pasar eso pero haremos lo posible porque se tarde mucho así que vas a tener que venir al doctor y usar la medicina que te recete”.
Discapacidad y familia
Debido a que la vida emocional de los niños se liga estrechamente con las necesidades, motivaciones y temores de los adultos que les cuidan; mucho de la respuesta que un infante muestre hacia su discapacidad dependerá de cómo lo traten sus familiares y cómo respondan a la situación.
Desde mi experiencia como psicoterapeuta de niños con discapacidad (primero motora y ahora visual) he observado que muchas de sus conductas y juegos reflejan el miedo, dolor, vergüenza, enojo y ansiedad de sus propios padres lo cual, reprime o transforma el verdadero sentir del pequeño.
Los niños se dan perfectamente cuenta de sus limitaciones y necesitan del apoyo de sus padres para expresar lo que sienten. Por lo tanto, si a su alrededor se impone el silencio o la “mentira piadosa” bajo la creencia de que así el niño sufrirá menos, esto afectará la posibilidad de que exprese sus verdaderas emociones y que afronte su situación.
Toda vez que un niño se diagnostique con un padecimiento discapacitante, el médico acompañante deberá referir a sus padres a un servicio de Psicología para apoyarlos en elaborar su duelo por la pérdida del hijo sano y capacitarlos para responder a nuevos retos familiares. Mientras más pequeño en edad sea el niño, más necesaria será la atención emocional de su familia.
El niño con baja visión y su médico tratante
Algunos padecimientos que provocan disminución visual en los niños pueden requerir un tratamiento prolongado con visitas periódicas al oftalmólogo e incluso algunas cirugías por lo que, mientras más comprensión del lenguaje verbal tenga el pequeño será más amplia la tarea de prepararle para acudir al hospital y explicarle para qué. A menudo los niños piensan que ir al doctor o estar hospitalizado es un castigo por algo que hicieron mal así que lo ideal es que el médico tratante se muestre amable y amistoso en cada revisión que haga al menor especialmente si éste requiere de una cirugía o tratamiento invasivo.
En el caso del paciente infantil que debe ser internado y operado, es importante que el médico le explique cómo se llama el procedimiento que le realizará así cómo el nombre del material que se usará para ello. De ser posible habrán de mostrársele imágenes de dónde se hará el procedimiento quirúrgico y explicarle paso a paso cómo se sentirá antes y después de él.
En los casos donde sea un procedimiento delicado donde la vista del menor se ponga en mayor riesgo, habrá que ser honestos con él explicándole que el procedimiento busca su mejoría pero que también podría quedar igual o llegar a ver menos.
Estrategias de apoyo emocional
Para un niño cuya discapacidad implica un seguimiento médico constante, cirugías recurrentes o una rehabilitación desgastante; es vital que el cuerpo médico y sus padres consideren algunos aspectos:
Conclusiones
El niño que vive una baja visión debe atenderse de forma integral tanto por su familia como por el personal de salud que le dará seguimiento. Debido a que los niños podrán experimentar una serie de miedos, fantasías y conductas de inadaptabilidad ante la situación; resulta indispensable que se les brinde un apoyo emocional que les permita sentirse acompañados y seguros mientras comprenden lo que les sucede y asimilan la manera de enfrentarlo.
Padres, médico tratante, rehabilitadores y profesores trabajando en comunión; marcarán la diferencia respecto a cómo el niño viva su padecimiento.