La Terapia médica familiar (TMF) es una disciplina que surgió en Estados Unidos a finales de los 80’s y principios de los 90`s como respuesta a la necesidad de algunas familias que tenían un enfermo crónico o terminal en casa.
A diferencia de la terapia familiar convencional que atiende crisis de desarrollo y dificultades de comunicación relacionadas con transiciones en el ciclo vital de las familias; la TMF pone su atención en el paciente que vive en estrés debido a una enfermedad y extiende la intervención a su familia y a todos los sistemas con los que tiene relación a causa de su padecimiento (médico tratante, profesionistas de apoyo y sistema hospitalario).
En la TMF se promueve el desarrollo de fortalezas individuales y familiares que favorecen el enfrentamiento a la enfermedad pero además; junto con todos los actores que rodean al paciente se puntualiza en que éste se adapte a su situación y se apegue a sus tratamientos médicos.
Ante el hecho de que cualquier profesionista del área de la salud (médicos, psicólogos, trabajadores sociales, y enfermeros) puede especializarse en TMF, el presente artículo propone dicho modelo como una alternativa de intervención para los pacientes con glaucoma y rescata la importancia de que su familia y el personal que le atiende le brinden acompañamiento emocional.
La mayoría de las familias que se enfrentan a la enfermedad crónica o terminal de alguno de sus miembros no están preparadas para ello por lo que es necesario que, paralelo a la contención emocional que se brinde al paciente cuando éste conoce su diagnóstico, su familia también reciba una intervención inmediata donde se le dé la orientación conveniente para enfrentar y manejar la situación.
Todas las familias pueden enfrentarse a dos tipos de enfermedades: las agudas e intempestivas o las que se presentan de manera gradual.
Dado que la TMF percibe a la familia como unidad de cuidado potencial para el enfermo; es importante que el terapeuta médico familiar explore el sistema de creencias de la familia de sus pacientes y su organización ante las adversidades ya que esto influirá en su respuesta hacia la enfermedad.
Un padecimiento repentino (como una embolia) demandará que el sistema familiar se movilice rápidamente y que afronte la crisis con los recursos que tiene a la mano por lo que; las familias que cuentan con un historial de tolerancia a situaciones hostiles y flexibilidad para adaptarse a los problemas tendrán ventaja ante este tipo de padecimientos.
Por otro lado, una enfermedad gradual y progresiva (como la esclerosis múltiple) requiere que la familia del paciente tolere cambios continuos y con ello, un alto nivel de estrés. Así, para las familias que son altamente resistentes para recibir y asimilar cambios o información nueva, el contar con tiempo para adaptarse a la enfermedad podría implicar un riesgo ya que tal vez se fortalezcan las fantasías de que no es necesario cambiar algo ya que “no sucede nada” y por ello omitir y no dar importancia al seguimiento de los tratamientos, cambios de alimentación y supervisiones médicas del enfermo.
Una vez identificado el sistema de creencias así como la respuesta del paciente y su familia a las adversidades, las principales metas de la TMF son la agencia y la comunión.
El primer término se refiere a promover el involucramiento activo del paciente en su propio cuidado y en generar en él la capacidad de buscar apoyos para sí mismo.
Por otro lado la comunión se relaciona con la sensación de ser cuidado, protegido y amado por otros.
Si el paciente percibe comunión en su entorno su respuesta de agencia será mayor y si a la vez, su familia percibe en él un apego y respeto a su propio tratamiento, se sentirán comprometidos para involucrarse y disminuirá la probabilidad de que saboteen el autocuidado de su familiar.
Para la TMF es vital que los profesionales de la salud conozcan la complejidad que rodea a su paciente así que la colaboración entre ellos constituye una de las redes de apoyo más importantes para éste y su familia.
La colaboración efectiva requerirá que todos los profesionistas involucrados con el paciente consensen acuerdos sobre los objetivos y metas de su atención, comunicándose constantemente entre ellos cualquier dato nuevo o duda sobre el caso y teniendo en mente que cada especialidad es importante para el éxito del tratamiento.
En el caso del glaucoma es primordial conocer las creencias del paciente y de su familia ante la enfermedad. Dado que este padecimiento no presenta ningún síntoma y puede ser inadvertido al inicio, por lo general quien lo sufre echa mano de diversas estrategias para sustituir la visión periférica perdida y usar su visión central al máximo.
Durante los años 2011 y 2012 el centro de atención integral para la discapacidad visual adscrito a la Fundación Hospital Nuestra Señora de la Luz (CADIVI), recibió a 48 usuarios adultos que presentaban baja visión o ceguera secundaria a glaucoma. El 52% de ellos refirieron haberse dado cuenta de su padecimiento hasta que perdieron el máximo de visión y el 48% restante señaló que aunque sabía de su enfermedad desde meses o años atrás, no le prestó la suficiente importancia debido a que tenía la idea de que “no era grave” ya que su visión central era funcional.
La mayoría de estos pacientes no comentó con su familia la dificultad y cuando les fue necesario hacerlo, algunos de los familiares tardaron en asimilar la situación pues reportaron no haber notado nada diferente en la manera en que el usuario realizaba sus actividades.
En el paciente con glaucoma la negación al padecimiento se refuerza debido a que puede desplazarse funcional y correctamente durante mucho tiempo antes de perder la visión. Además, estas personas logran ocultar su situación con facilidad especialmente si tienen actividades y caminos rutinarios por lo que existe la tendencia de que sus familiares se enteren del problema cuando éste ya tiene un avance considerable.
Desde la TMF, la atención de estos casos requiere un seguimiento constante del paciente y su familia debe ser considerada en su plan de tratamiento.
Los principales indicadores del desapego al proceso serán las inasistencias a la consulta médica y las contradicciones entre la información que brinde el enfermo y la de sus familiares.
De esta manera, se sugiere que la colaboración entre especialistas considere cuatro pasos para favorecer la agencia y comunión entre el paciente con glaucoma y su sistema familiar:
La TMF es un modelo de intervención integral aplicable para el paciente con glaucoma y para otros casos de enfermedades crónicas.
La técnica es compartida en gran parte con la familia del enfermo y si se logra un compromiso de la misma, se asegura un éxito mayor en el apego a los tratamientos médicos.
Dado que cualquier especialista en el área de salud puede especializarse TMF, el modelo es idóneo para trabajar de manera conjunta con otros profesionales ya sea en institución o en la práctica privada.